El amor y sexo en el siglo XXI tiene como referente a la generación Z y ellos están marcando la tendencia sobre ¿cómo vivir? ¿qué piensan sobre eso y cómo ven el futuro?
De acuerdo con varias encuestas lideradas por Vice, las nuevas generaciones están entrando en la adultez en un momento particularmente endeble, marcado por la pandemia de coronavirus, el empeoramiento del cambio climático y la inestabilidad financiera.
Muchos sienten que necesitan alcanzar estabilidad para sí mismos antes de traer a otra persona a sus vidas. También está el mayor acceso a la información de relaciones en línea, lo que empodera a la generación Z con el lenguaje que necesitan para articular quiénes son y qué quieren de una relación que no comprometa su identidad y sus necesidades.
El sexo y el amor se separan de la meta de la reproducción. Los Métodos anticonceptivos y el derecho al aborto son mecanismos de liberación de la pareja, especialmente de las mujeres.
Expresiones como sexo premarital, “llegar virgen” al matrimonio o sexo extramarital son conceptos sociales que pierden fuerza y vigencia.
El binomio amor y sexo se ha roto: la búsqueda del placer sexual y la experiencia erótica se sostiene y se justifica a sí misma.
Hoy se buscan relaciones más equitativas, nuevos acuerdos en los roles de género y un compromiso basado en la confianza mutua. Las relaciones de pareja son más parejas, buscan reemplazar los códigos de dominación y sometimiento de la pareja.
El abuso y la violencia en el sexo y la pareja han dejado de ser un secreto de “alcoba”. Hay un esfuerzo global en marcha para aprender a reconocer la toxicidad que lleva a la violencia en todos los órdenes de la vida.
Crece el número de mujeres que se refugia en el sexo homosexual menos por una atracción irresistible sino por miedo a experiencias tóxicas de todo tipo con hombres.
Aumenta el “sexting”, el juego de la excitación desde cualquier dispositivo digital, a través del intercambio de fotografías, videos sexuales compartidos (y muchas veces consensuados) o incluso citas de sexo virtual a través de zoom, whatsapp o cualquier otra aplicación de mensajería.
La heterosexualidad ha dejado de ser la norma. Penada legalmente en 69 países, pero en las sociedades occidentales crecen tanto las protecciones legales como la aceptación y normalización social.
La Generación Z pisa fuerte y replantea la definición de género y su importancia en la ecuación del amor y la sexualidad. Los más jóvenes viven y experimentan su sexualidad con libertad, sin someterse a etiquetas que limitan su búsqueda del placer.
En México, desafortunadamente mucho del déficit de educación sexual lo cubre la pornografía. México ocupa el quinto lugar de consumo de pornografía en el mundo; 52% hombres vs 48% mujeres. Un 27% de los usuarios tiene entre 18 y 24 años.
Este acceso generalizado a contenidos sexuales genera una falsa sensación de conocimiento. Todos creen saber mucho de sexo, por el consumo excesivo de situaciones sexualizadas pero la verdad es que muy pocos cuentan con los recursos suficientes (información, habilidades, seguridad en nosotros mismos) para afrontarlas.
El sexo en el siglo XXI ha salido de las “alcobas” y se ha instalado en el entorno público. La difusión de contenidos sexualizados se ha masificado.
Cada vez más personas proclaman su amor incondicional a la persona más importante del mundo: nosotros mismos.
La soligamia, es la formalización de un compromiso de amor por uno mismo a través de una ceremonia y un festejo similares a una boda.
En cuanto a la sexualidad, en muchos casos se propone disfrutar de un clima sexual intenso en solitario a través de Satisfyer’s (para hombre y mujer), succionadores de clítoris, vibradores de estimulación dual, bolas chinas a control remoto, geles y lubricantes, anillos vibradores controlados desde el móvil, masajeadores erógenos texturizados, entre otros.
La explosión de las apps para entrar en contacto con potenciales parejas sexuales ha modificado las antiguas dinámicas de ligue espontáneo.
Hoy, por un lado, se extiende el radio de alcance de las potenciales relaciones, al mismo tiempo que se rompe una dinámica más personalizada y no mediada por un nuevo testigo de alcoba: el algoritmo. El algoritmo reduce la ansiedad del ligue y el rechazo, pero a la vez minimiza el juego de la seducción.
La transformación de los códigos del amor ha traído consigo un nuevo vocabulario para establecer relaciones, vivirlas y terminarlas, todo al alcance de un click.
El amor en los tiempos de redes sociales tiene un nuevo lenguaje: Ghosting, Zombieng, Benching, Kittenfishing, Nexting, Orbiting, Mooning, Stalking, Haunting.
Al perder los principios, estructuras y rituales sociales que nos daban seguridad, el sexo y el amor han dejado de ser exclusivos.
Poliamor (relaciones sexuales e intimidad amorosa con varias parejas), relaciones abiertas (sexo con varias parejas), son alternativas que, al desafiar la exclusividad del sexo y el amor, nos proponen nuevas dinámicas.
En el 2023 el sexo tampoco es solo cosa de dos. El erotismo y el placer abren la puerta a encuentros múltiples entre varias personas.
Tríos, swingers, sesiones de juego erótico y sexo entre cuatro o más participantes donde el elemento transgresor amplifica el placer.
Fuente: Guido Lara, Fundador y CEO de LEXIA, agencia especializada en descubrir lo que las personas sienten, quieren y piensan para traducirlo en buenas campañas de mercadotecnia y comunicación.
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