
Por ejemplo, a lo mejor no le pusiste un alto a la falta de respeto que cometió contigo tu pareja con tal de no tener una discusión y horas o días después explotas aparentemente sin razón cuando sin querer se tropieza y tira un vaso de agua sobre la mesa o te negaste a darte un descanso y terminas con una gripe espantosa que te tira en cama una semana completa.
Te rehúsas a comer algo que te gusta y terminas dándote un tremendo atracón. El atracón suele ser uno de los episodios con más sentimientos encontrados al que quienes tenemos una mala relación con la comida nos enfrentamos.
Son estos momentos en que la fuerza de voluntad parece haberse perdido en el océano, que nos vemos poseídos por fuerzas demoniacas que nos llevan como autómatas a abrir el refri, la alacena, a vaciar la tiendita, comer una pizza fría, levantar el arroz que se cayó del suelo, combinar la salchicha vieja de hace una semana r con un poco de espagueti duro y mil historias que pocos se atreverían a revelar, ya que por lo general lo hacemos a escondidas. Son episodios de mucha violencia, descontrol, vergüenza, desolación, angustia y pánico.
Christopher Fairburn señala que estos episodios tienen ciertas características:
Son reflejo regularmente de:
Rebelión ante la privación ya sea:
¿Escapar de qué? De una emoción que creemos prohibida, peligrosa o desconocida.
De alguna situación vergonzosa, desgastante o amenazante (incluye situaciones de intimidad y felicidad) Incapacidad de “digerir” alguna situación, sentimiento o persona. De algo que nos está sobrepasando.
Los atracones no solo son de comida, nos damos atracones de irresponsabilidad, cuando nuestro crítico interno no nos permite solar, delegar, confiar. También nos damos atracones de enfermedad cuando no nos permitimos descansar, o atracamos a nuestra pareja cuando no sentimos el suficiente amor por nosotros mismos.
Detente solo unos segundos y pregúntate si verdaderamente te está gustando lo que estas comiendo. Ponle atención a las sensaciones físicas de tu cuerpo. No trates de frenarlo, si no de observarlo.
Acompáñate: Me doy cuenta… Pon a la vista lo que te vas a comer.
No te restrinjas ni física ni emocionalmente. Integra a tu vida nuevas formas de manejar tus emociones : (escribir, caminar, bailar, darte baños deliciosos, hablar, moverte, descansar, meditar).
Observa tus detonantes. Practica comer con atención plena.
Fuente: Adriana Esteva, Especialista en Nutrición Emocional
TW: @adriesteva FB: Comiéndome mis emociones Adri Esteva
aestevita@hotmail.com
Whats: 55-32-38-17-55