Ya saben que nos gusta hablar sobre todo lo que nos reta día a día, entonces nos dimos a la tarea de revisar y expandir esta nota que toca uno de los temas más profundos y complejos: la maternidad sin filtros.
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Los retos de ser madre que nadie cuenta
A ver cuentahabientes, si algo hemos aprendido en esta vida es que hay cosas que se tienen que decir en voz alta, sin edulcorantes. Y la maternidad es una de ellas.
Nadie nos dice que vamos a pasar gran parte de la maternidad sintiéndonos insuficientes, que vamos a dudar en cada decisión, que la preocupación será una compañera constante, y sobre todo, que es un viaje para toda la vida. Nadie nos dice que ser mamá es, muchas veces, no tener idea de qué hacer.
Y es que, seamos honestas, lo más complejo de la maternidad no son las desveladas, ni la disciplina, ni los berrinches. Es el manejo del mundo emocional de tus hijos. Pero tranquilas, que todas estamos viviendo esto por primera vez y nadie nace sabiendo ser madre.
La coreografía emocional
Si a una le cuesta trabajo gestionar sus propias emociones, ahora imaginen tener que sostener las de alguien más, y a veces no solo de uno, sino de dos, o de tres. Y cada hijo, con su propio universo emocional, con su carácter, su historia, su forma de sentir el mundo. El hijo A no reacciona igual que el hijo B, y el hijo C, bueno, ese parece venir con un manual distinto. Entonces se dan cuenta, cuentahabientes, que cada uno necesita una mamá diferente, una versión distinta.
Pero adivinen qué: solo hay una de ustedes, una que a veces se siente sobrepasada, con angustia, con culpa, con miedo de no estar haciéndolo bien. Y ahí empieza el verdadero reto, porque la angustia no es de ellos, ¡es suya! Son sus fantasías, sus expectativas, sus culpas. Y es que nadie nos dijo que la culpa viene incluida con la maternidad.
A veces no sabrán si hicieron bien o si hicieron mal, pero siempre recuerden que es normal equivocarse, y que ser madres no es igual a ser perfectas. Y aquí es donde podemos apoyarnos en otras mujeres y sus experiencias siendo madres
El juicio de la tribu
Claro que conocemos esa inseguridad que se instala en el corazón desde el primer día que cargas a su bebé y piensan: ¿seré suficiente para ti?. Y encima, el juicio de otras mamás, de las mujeres de tu familia, de esa voz interna que no te deja descansar.
Nos vendieron la idea de que volver a casa con el bebé era pura felicidad, pero la verdad es que es un reto y apenas se viene lo bueno. Creemos que entre más grandes los hijos, menos responsabilidades, pero espérense a que les llegue la adolescencia. ¡Ahí sí vienen sus primeros dolores de cabeza, queridas! Hay millones de mamás que lo único que quieren es llorar, pero no se atreven, porque les dijeron que ser mamá era la mayor bendición. Y sí, lo es, pero también es tu mayor prueba.
Aceptar la imperfección
Y aquí viene la parte más importante: es un combo brutal de culpa, angustia y algo que casi nunca decimos, aceptación. Aceptar que esta es la mujer que eres, que esta es la mamá que puedes ser, y que eso, aunque no sea perfecto, es más que suficiente. Porque eso fue lo que les tocó y qué fortuna la de ellos, ¡de tenerte a ti
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Mujeres antes que madres
Nadie nos recuerda esto, y parece que a todas se nos olvidó, pero tenemos que tenerlo bien presente: antes de ser mamá, somos personas. Somos mujeres con historia, con deseos, con un cuerpo que siente y quiere hacer más cosas, no solo la maternidad. Somos personas que reímos, que nos enojamos, que nos equivocamos, que necesitamos silencio, que buscamos espacio. ¡Y está bien! Necesitamos ser consciente de que si ustedes están bien, sus hijos lo estarán. Por eso no debemos abandonarnos, ni dejar de hacer eso que antes de ser madre nos gustaba.
Porque la maternidad no debería de borrarnos, debería sumarnos. No deberíamos sentir culpa por necesitar tiempo a solas, por extrañar a la mujer que antes eran, por querer reconectar contigo. Ser mamá no cancela a la persona; la amplía, la reta, la hace más consciente. Y cuando honran a esa persona que fueron, la que aún vive dentro de ustedes, también le enseñan a sus hijos lo más importante: que el amor empieza por una misma.
Más desafíos silenciosos de la maternidad
El Agotamiento Mental Crónico: No es solo el cansancio físico, es la carga invisible de la gestión. Ser el directorio telefónico de la familia, la agenda andante de las citas y la planeadora de emergencias. Es la lista mental interminable de cosas por hacer que no te deja dormir, incluso cuando puedes. ¿Quién le puso calcetines al niño? ¿Firmé la circular? ¿Qué hay de cena? Esa niebla cerebral no se va con una siesta; se va con apoyo real y compartido.
La Transformación de la Relación de Pareja: La maternidad es un sismo en la dinámica de pareja. De repente, el tiempo que era para ustedes se disuelve, y las conversaciones giran en torno a horarios y logística, no a sueños o pasiones. Nadie te prepara para el esfuerzo consciente que requiere reconstruir la intimidad y el compañerismo después de que un bebé llega y se apodera, literalmente, de tu cuerpo y tu tiempo.
Decirle Adiós al Cuerpo que Conocías: Más allá de las estrías o de la ropa que ya no te queda, el verdadero reto es la falta de control sobre tu propio cuerpo. Este se convierte en un instrumento al servicio de otro ser humano, ya sea para alimentarlo, cargarlo o calmarlo. La paciencia de la recuperación, la frustración por no tener la energía de antes, y el proceso de reconciliarte con tu nueva silueta es un viaje emocional que casi nunca se comparte en las fotos bonitas de Instagram.
La Soledad de Ser la «Única» Responsable: Incluso si tienes una pareja maravillosa, hay momentos en los que sientes que la brújula emocional de la casa solo te apunta a ti. La sensación de que si tú no estás al 100%, todo se derrumba, es una presión abrumadora que puede llevar al aislamiento. Pedir ayuda no es un fracaso; es la estrategia más inteligente de una mujer consciente.
¡El call to action para ustedes, cuentahabientes!
Ahora que ya tienen el panorama completo y sin filtros, ¿qué pequeño acto de amor propio van a incluir en su agenda esta semana? ¿Van a pedir ayuda, darse media hora de silencio, o simplemente van a dejar ir esa culpa absurda por no ser la mamá de revista?