La queja es algo natural, humano y muy de todos los días. Es como el pan dulce al que pocas podemos resistirnos. Entonces… ¿por qué la tenemos catalogada como algo negativo? Acá les vamos a decir cómo usar la queja a su favor.
Que levante la mano quien nunca, nunca, nunca se haya quejado. Exacto, ni una sola mano levantada porque, seamos honestas, quejarse es parte de la vida, pero cómo usar la queja a su favor.
Desde el clásico “mi jefe me pide todo a última hora” hasta el más profundo “¿por qué todo el mundo tiene su vida resuelta menos yo?”, la queja está ahí como una herramienta universal que usamos para desahogarnos.
Pero aquí viene lo interesante: quejarse no es algo negativo, ¡al contrario! Si aprendemos a usarla a nuestro favor, la queja puede ser una aliada poderosa para manejar emociones y hasta mejorar nuestras relaciones.
Piénsenlo: esa vez que llamaste a tu amiga para despotricar sobre el desastre en la junta de trabajo, ¿cómo terminó la conversación? Seguramente en risas, soluciones que no habías visto o, al menos, con una sensación de alivio.
Unpopular opinión: quejarse es saludable. Pero ojo, hay que saber cómo hacerlo, porque cuando la queja se desborda, en lugar de ser liberadora, puede convertirse en un peso que arrastramos a todas partes.
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Cómo usar la queja a tu favor
Una herramienta natural
El psicólogo Dr. Guy Winch, autor de Emotional First Aid, explica que las quejas son una respuesta natural para procesar emociones negativas (imposible no quejarnos si tu colega del trabajo te deja en visto, pfffff.). Según Winch, quejarnos nos permite validar lo que sentimos, un básico en el cuidado de nuestra salud mental. “Expresar el malestar no solo nos libera, sino que nos ayuda a conectar con los demás” (imposible no quejarte del visto con tu otra colega y terminar echando el café).
Quejarse crea lazos
Nos recuerda que no estamos solas y que todas lidiamos con la incompetencia de las personas para mandar mensajes en los grupos de WhatsApp perdón: todas lidiamos con desafíos durante el día.
Perfeccionando el arte de quejarnos
Quejarnos todo el tiempo sin rumbo puede desgastar nuestras relaciones e incluso nuestro estado de ánimo.La clave, según el psicólogo clínico Dr. Rick Hanson, es canalizar esas quejas hacia algo constructivo. Él afirma en su libro Resilient: How to Grow an Unshakable Core of Calm, Strength, and Happiness, que si utilizamos la queja como punto de partida, podemos convertirla en una herramienta para expresar lo que nos molesta y generar un cambio.
Por ejemplo, si siempre te quejas de que eres la única persona que lava los platos en la casa, ¡quéjate! Habla con tu familia, divide tareas y establece límites. Si algo en el trabajo te despierta un instinto asesino, busca formas de mejorar el proceso (y evitar la cárcel). Convierte tu queja en un motor, no en un disco rayado.
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La magia de quejarnos juntas
Quejarte con amigas tiene su magia, y nadie lo puede negar. Salir de una cena después de quejarte por horas con tus mejores amigas, es mejor que la melatonina para dormir. Y es que eas sesiones de desahogo suelen terminar en risas y consejos. Compartir nuestras quejas con personas de confianza no solo nos hace sentir mejor, sino que refuerza nuestras relaciones. Un win-win!
Guía básica para quejarte bien:
- Piensa antes de hablar. Antes de vomitar la queja, pregúntate, ¿es algo que puedo cambiar?
- Elige tu audiencia. Quejarte con alguien que te escuche sin juzgar puede ser la diferencia entre liberar tensión o generar más frustración.
- Haz algo. Si la queja tiene solución, actúa. Si no, respira, pon tu canción favorita, dale un trago a tu bebida favorita y déjalo ir…
La famosísima y amada Dra. Brené Brown dice que el cambio nace de la vulnerabilidad y sí, la queja es una forma de vulnerabilidad y no tiene que ser EL enemigo. En realidad, bien llevada, puede ser la mejor amiga que no sabían que necesitaban, así que… quéjense con confianza, ya saben cómo.
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