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Beneficios de llorar: ¿hace cuánto que no lo haces?

Los beneficios de llorar incluyen reconexión emocional y liberación del dolor. Aprende por qué es saludable sentir y llorar.

mayo 7, 2025

¿Cuáles son los beneficios de llorar?, ¿por qué es importante hacerlo? y ¿qué pasa si no lo hacemos? Marcela Escalera Directora del Instituto Neufeld en Español, les dejó una guía espectacular sobre esto.

¿Por qué es importante la pregunta “¿Hace cuánto no lloras?”

Porque conecta con nuestra capacidad de sentir. Si no lloramos, muchas veces es porque nos hemos desconectado de lo que duele. Y cuando no sentimos lo que nos duele, también dejamos de sentir el gozo y la alegría…nos anestesiamos, nos “aplanamos”…. Y nos atoramos. Ejemplo: Desde niños aprendemos a “tragarnos las lágrimas”, a “aguantarnos”, no sentir… y se nos aplaude por ser “fuertes” y no “débiles” y creemos que es señal de “madurez”.

¿Qué te dice como psicóloga cuando alguien responde “hace años” o “no me permito llorar”?

Que probablemente ha vivido mucho dolor sin tener una relación segura donde expresarlo. Ejemplo: Como cuando un niño escucha «no llores», eso es de niñas, o se burlan de él, se convence de que sentir no está bien, no es seguro y hace todo por evitarlo.

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¿Por qué nos cuesta tanto llorar como adultos?

Porque aprendimos que para ser aceptados necesitábamos no sentir. Nos ocupamos, nos distraemos, comemos, nos entretenemos, pero por dentro el dolor sigue. Ejemplo: Sucede que algo no funciona en tu vida y te empiezas a sentir irritable, “mecha corta” y no sabes por qué… La realidad es que estás cargado de frustración que explota agrediendo porque no puedes sentir tu tristeza

¿Qué papel juegan las lágrimas en nuestro desarrollo emocional?

Las lágrimas nos permiten soltar lo que no podemos cambiar. Son transformadoras, nos hacen realmente resilientes. Nos hacen madurar. Ejemplo: Las emociones (todas) son el motor de la maduración. Llorar es una señal de sentir tristeza y eso es bueno, nos hace madurar.

OJO: El niño (o el adulto) que se queda en el berrinche, no está soltando, está luchando. El desborde es lucha. El llanto transformador es entrega. Un niño en berrinche aún quiere cambiar la situación. Pero cuando llora con tristeza porque algo no se puede cambiar, está creciendo.

¿Qué pasa dentro de nosotros cuando por fin lloramos lo que no podemos cambiar?

Se libera la tensión, sale la energía, hay una descarga y la energía se redirige. Es soltar una carga. Llorar no siempre es llorar lágrimas, a veces se siente la profunda tristeza, se rinde uno y eso es sacar la energía y lleva a la transformación. Ejemplo: Llorar porque no logramos algo empieza a abrir espacio para algo nuevo (un trabajo, una relación, un logro). No es resignación, es transformación.

¿Cómo se relaciona eso con madurar?

Porque las emociones son el motor de la maduración. Y sentir tristeza y llorar es sentir la emoción y eso nos mueve a madurar. Al llorarlo, dejamos de luchar y empezamos a transformarnos.

¿Qué necesita un niño o adolescente (o un adulto) para poder llorar lo que le duele?

Un vínculo seguro con un adulto presente y sin juicio. Un papá o un familiar. En el caso del adulto, una amiga, un guía espiritual (rabino o sacerdote) o un terapeuta. Por eso sirve la terapia. Ejemplo: Como cuando un papá solo abraza a su hija que está triste sin tratar de distraerla ni arreglar todo. Esa presencia abre el espacio para las lágrimas.

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¿Cómo acompañamos a nuestros hijos y seres cercanos cuando están tristes?

Quedándonos con ellos. Mirándolos a los ojos y diciendo: «está bien estar triste». Ejemplo: Como esa mamá que sostiene a su hijo cuando llora porque perdió su juguete favorito. No lo reemplaza, lo acompaña. O como cuando una amiga llora la pérdida de una pareja e incluso el trabajo.

¿Qué sucede en adultos que nunca lloraron lo que tenían que llorar?

Va a haber mucho control (quizá parezco muy “templado”) pero en realidad va a tener muy poca paz interna. Probablemente sea explosivo, violento… Pero nunca es tarde para llorar! Ejemplo: Como el adulto que reacciona con enojo cuando algo se le sale de las manos. Detrás, suele haber un duelo no llorado.

¿Y cómo podemos reconciliarnos con nuestras lágrimas?

Como adultos, podemos empezar por no frenar el llanto de nuestros hijos… Llorar nuestra propia tristeza. Darnos la oportunidad de llorar con personas seguras y confiables. Llorar solo sirve, pero llorar acompañado es mucho más sanador. Somos seres de conexión, nos sanamos juntos.

Especialista: Marcela Escalera. Psicóloga Clínica, Directora del Instituto Neufeld Español y Coordinadora del Diplomado Crianza con Vínculo.

IG Y FB: @marcelaescaleraoficial / WEB: marcelaescalera.com / Whatsapp: 55 61 88 72 78

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