Según BBC Mundo, decir groserías, puede hacernos más persuasivos y hasta ayudar a aliviar el dolor, en promedio, los niños comienzan a decir groserías a los 6 años, o incluso antes.
Tendemos a decirlas entre el 0,5 y el 0,7% de las veces que hablamos, lo que equivale a decenas de groserías al día, dependiendo de cuánto hable la persona.
Enrique Tamés, elabora un estudio en el TEC de Monterrey donde analizan en redes sociales el lenguaje y forma de expresarse de la gente, lo que nos lleva a hablar hoy de la relación de nuestro interior (felicidad) con la manera en que hablamos.
Todo depende de la red social y a continuación unos ejemplos:
Uno de los grandes filósofos del siglo XX, Ludwig Wittgenstein, escribió en su libro más importante, el Tratado Lógico-Filosófico: “Los límites de mi lenguaje, son los límites de mi mente”, esto quiere decir que hay una estrecha relación entre lo que decimos, con lo que pensamos y sentimos.
Algunos estudios de Twitter, analizan mensajes de los usuarios y encontraron que:
Gracias a los estudios de la filosofía, psicología y sociología, y de manera mucho más reciente las neurociencias y “data science”, sabemos que nuestra manera de hablar regula:
Para poner más atención a quién soy, a quienes me rodean, si quiero transformarme y cambiar la relación con los demás y con el mundo, debo comenzar por fijarme en cómo me expreso de mí mismo, de los demás y del mundo.
Cuando expresamos cosas negativas a través de nuestras palabras, solemos transmitir emociones negativas o no lograr resultados positivos.
Modificar nuestra manera de hablar, de expresarnos de nosotros mismos y de los demás, puede comenzar a hacer pequeños cambios en la manera de percibir y luego de sentir, y con el paso del tiempo, modificar nuestras sinapsis del cerebro y cambiar nuestras emocionalidades.
Una lista generada por Ben Meer, fundador de System Sunday, nos hace ver que uno puede decir exactamente lo mismo, con otras palabras, y llevar una carga emocional totalmente distinta en nuestras palabras. Puedo decir:
NEGATIVO VS. POSITIVO