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El Factor Figueroa: Gracias Jacobo

Sí, soy una maldita suertuda. ¡Conocí a Zabludovsky!

julio 8, 2015

marthafigueroa  Por Martha Figueroa
  Tw. @MarthaFigueroax

En realidad, estoy escribiendo esta columna gracias a Jacobo.
No sólo porque su maravillosa historia da mucho de sí, sino porque confieso que gran parte de mi felicidad como escritora se la debo a él. Indirectamente. O muy directamente.

Tenía seis o siete años cuando supe que lo mío era la información. O sea, siempre fui una niña superdotada para el chisme.

El primer personaje famoso al que conocí fue Dámaso Pérez Prado…¡exacto! el creador de “qué le pasa a Lupita, no sé, qué le pasa a esa niña, no sé, qué es lo que quiere bailar (…) mambo, mambo, mambo, mambo ¡uh! ¡aaaaahhhh! ¡uh!

Pero después, gracias a la televisión me topé con uno de los hombres clave de mi vida: Jacobo Zabludovsky.

Lo ví en “24 Horas” y decidí que quería ser periodista como él. Es más, juré –porque era una escuincla voluntariosa- que sería una gran corresponsal de guerra. Por supuesto, cuando pasaron los años y ví el primer muerto en el camino, me dije “..¡qué corresponsal ni que la ch..!” y corrí para el otro lado.

La vida pasó y me pasó de todo. Crecí, estudié, dejé de estudiar, me enamoré, me casé, me descasé, engordé, enflaqué, trabajé, me hice muy famosa, caí en desgracia, tuve 2 hijos, varios novios, muchos programas y sexo mediano.

Leí por ahí que ‘la vida es eso que te ocurre mientras haces planes’, y yo estaba una mañana de lunes planeando mi futuro en pijama -casi desempleada- cuando sonó el teléfono y la voz del otro lado me preguntó “¿Quieres trabajar con Jacobo Zabludovsky? A él le encantaría tenerte en la sección de toros Mirando pa’arriba, en De 1 a 3. Si aceptas, entras al aire ¡dentro de 2 horas!”

Por supuesto acepté y 120 minutos más tarde era la reportera más dichosa, esponjada, sorprendida, divertida, emocionada y agradecida del mundo. No lo podía creer cuando me senté en la cabina de radio. Lo veía ahí tan sonriente -con los audífonos enormes de siempre- y yo me pellizcaba por lo bajo ‘¿te cae? ¡Estás con el gran Jacobo! El maestro Zabludovsky. El periodista histórico. Tú héroe desde niña. ¡Eres una lucky bastard!

El día que nos conocimos me dijo que era un gran lector de mi columna “De vuelta al ruedo”, que la disfrutaba siempre. ¡Lo dijo Jacobo! El nunca lo supo, pero ese elogio soñado me ayudó a continuar, porque estaba a punto de tirar la toalla. No crean que soy una mujer débil o de alma maricona, pero hay momentos en que todo pequeño saltamontes necesita a su maestro.

Sí, soy una maldita suertuda: conocí de cerca a Zabludovsky. No usaba túnica, pero fue el mejor guía espiritual-laboral del mundo. Súper generoso y divertido. Aunque creo que el día que más lo quise fue cuando un crítico televisivo me hizo cachitos.

Jacobo en el teléfono “¡Quiubo Martha! ¿ya viste lo de Milenio?” No jefe. ¿Qué dice? “¡Mentiras! ¡No hagas caso, Alvaro Cueva está muy equivocado! Eres inteligente y talentosa. Tómalo como ‘gajes del oficio’ y ya. ¡Abrazos!”. Colgué y lloré como perro.

Me acordé cuando tenía 12 años y me colgué del cuello de la estatua de Jacobo en el Museo de Cera de la ciudad de México, imaginando que era ‘el de a deveras’. Y el guardia como loco: “¡suéltalo niña, suéltalo, no te puedes brincar el cordón! ¡Se va a derretir!”

La última vez que abracé al Jacobo de carne y hueso, fue hace algunos meses en un restaurante de Polanco. El mesero me soltó la anheladísima frase: “su cuenta ya está pagada. El licenciado Zabludovsky…”

Que emoción. Primero porque me encanta comer gratis y luego porque ahí estaba mi ex jefazo sonriéndome desde lejos, con su familia. Ya sé, soy una de esas criaturas extrañas del periodismo que admira sin pena a los grandes personajes.

Nos abrazamos mucho, volvió a elogiar mis escritos, hablamos de Luis Miguel y nos despedimos con cariño. Nunca más lo ví.

El periódico Reforma decidió quitar mi columna –porque no les parecía interesante ni buena ni nada- y yo, ahora estoy aquí. ¡En Moi! A veces, un tren equivocado te puede llevar a la estación correcta.

¡Mi gratitud total Jacobo querido! Un placer y un privilegio conocerte.

 

julio 8, 2015