Nuestro experto en relaciones, Mario Guerra, nos va a dar las señales de que la relación está muriendo y qué podemos hacer para evitarlo.
Recordemos ese momento mágico cuando conociste a tu pareja. Todo era perfecto, ¿verdad? Sus chistes siempre te hacían reír, su forma de escucharte te hacía sentir comprendido, incluso sus pequeñas manías te parecían adorables.
De pronto un día, como quien no quiere la cosa, empiezas a notar cosas: que si ronca demasiado fuerte, que si deja la pasta de dientes destapada, que si tiene opiniones que no compartes. ¿Son señales de que la relación está muriendo?
Y entonces aparece esa vocecita incómoda: «¿Me equivoqué de persona? ¿La magia se acabó? ¿Esto es todo?»
Este momento de claridad no es necesariamente el funeral de tu relación. Es un cruce de caminos, y lo verdaderamente importante no es la desilusión en sí, sino la dirección que elijas tomar a partir de aquí: terminar, sobrevivir en piloto automático, o transformar la relación en algo completamente nuevo.
¿Estas son señales de que tu relación está muriendo?
Al principio, tu cerebro funcionaba como el mejor editor de cine: solo mostraba las mejores tomas de tu pareja. Era como ver un tráiler perfecto donde todo es emocionante y prometedor. Pero ahora estás viendo la película completa, con escenas de acción, drama y también esos momentos cotidianos que no son tan glamorosos.
¿Te ha pasado que de repente te sorprendes pensando «¿cómo no vi esto antes?»? O quizás has notado que tus amigos se dividen en tres grupos: los que terminaron sus relaciones apenas apareció la desilusión, los que siguen juntos pero viven en una especie de resignación permanente, y los que parecen haber encontrado una segunda (o tercera) luna de miel después de años juntos.
Quizás descubriste que esa persona tan organizada en realidad es un poco obsesiva con el orden. O que ese lado aventurero que tanto te atraía significa que nunca planifica nada. O tal vez enfrentaron juntos situaciones difíciles: problemas económicos, cambios laborales, la llegada de hijos o el cuidado de familiares mayores.
La desilusión le pasa a todas las parejas, sin excepción. La verdadera pregunta no es si te desilusionarás, sino qué harás cuando eso ocurra.
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¿Qué está pasando en tu pareja?
La psicología nos explica que todas las relaciones pasan por una transición del amor romántico inicial hacia algo diferente. Durante los primeros meses (incluso años para algunos afortunados), nuestro cerebro nada en un cóctel de hormonas como la dopamina, oxitocina y serotonina. Esta «borrachera química» nos hace ver todo color de rosa.
Pero el cerebro no puede mantener esa fiesta hormonal para siempre. Eventualmente, los niveles se estabilizan y llegamos a un punto de inflexión donde tenemos tres posibles caminos:
Camino 1: La ruptura Algunas personas interpretan la desilusión como una señal inequívoca de incompatibilidad. «Si ya no siento mariposas, es que no eres tú.» Este camino a veces es necesario cuando hay valores fundamentalmente incompatibles o situaciones dañinas, pero muchas relaciones potencialmente valiosas terminan prematuramente por confundir el fin de la fase de idealización con el fin del amor.
Señales de que van hacia la ruptura: • Pequeñas irritaciones se convierten en grandes ofensas • Cualquier descubrimiento negativo confirma que «me equivoqué de persona». Fantaseas constantemente con cómo sería tu vida sin esa persona • La comparación con otras parejas o ex es constante. Buscas activamente evidencia para justificar que la relación debe terminar.
Camino 2: La supervivencia Otras relaciones entran en modo «piloto automático». Continúan por inercia, comodidad o miedo a la soledad. Son esas parejas que viven bajo el mismo techo pero en mundos separados. Sobreviven, pero no florecen. Es como seguir pagando una suscripción a un servicio que ya no usas mucho.
Señales de que están en modo supervivencia: • La rutina domina cada aspecto de la relación • Las conversaciones se limitan a lo logístico: «¿Quién recoge a los niños?». Evitan los conflictos a toda costa, aunque eso signifique no hablar de temas importantes. La intimidad se ha vuelto mecánica o inexistente • Sienten más compañerismo que pasión o conexión profunda. Las celebraciones y aniversarios se sienten como obligaciones
Camino 3: La renovación El tercer camino, el menos transitado pero el más gratificante, implica usar la desilusión como catalizador para crear algo nuevo. Es como cuando un bosque se renueva después de un incendio; donde parecía haber solo destrucción, surge vida nueva, diferente pero igualmente hermosa.
Señales de que están en camino a la renovación: • Los conflictos, aunque dolorosos, llevan a conversaciones más profundas. Hay curiosidad genuina sobre quién es realmente el otro ahora. Existe disposición para cuestionar las dinámicas establecidas. Expresan aprecio por aspectos nuevos que descubren en el otro • Planean experiencias nuevas juntos con entusiasmo. Hay una sensación de «construir algo diferente» más que «recuperar lo perdido»
La buena noticia es que este cruce de caminos no es destino sino decisión. Tú eliges hacia dónde dirigirte.
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¿Qué podemos hacer si vemos señales de que la relación está terminando?
Si has decidido tomar el camino de la renovación (¡felicidades por esa elección!), aquí te comparto tres herramientas para transformar tu relación después de la desilusión.
El diagnóstico sincero: ¿dónde estamos realmente?
Antes de renovar una casa, necesitas saber qué paredes son estructurales y cuáles pueden derribarse. Lo mismo aplica a tu relación.
Dediquen un tiempo a hablar honestamente, no sobre los problemas superficiales (dejar la ropa tirada, llegar tarde), sino sobre lo fundamental: ¿Qué necesidades importantes no están siendo satisfechas? ¿Qué valores compartimos todavía? ¿Qué nuevos sueños podríamos construir juntos?
Ejemplo práctico: Programen una «cita de diagnóstico» fuera de casa, en un lugar neutral y tranquilo. Preparen tres preguntas cada uno que comiencen con «¿Qué pasaría si…?» – «¿Qué pasaría si viviéramos en otra ciudad?» «¿Qué pasaría si dedicáramos más tiempo a…?» Estas preguntas abren posibilidades en lugar de señalar problemas.
La reinvención consciente: diseñen su relación 2.0
Las mejores relaciones renovadas no son restauraciones del pasado, son reinvenciones conscientes del presente.
Creen juntos un «manifiesto de pareja» donde definan cómo quieren que sea su relación ahora, considerando quiénes son hoy, no quiénes eran cuando se conocieron.
Ejemplo práctico: Escriban en tarjetas separadas cinco características que desean para su relación renovada. Intercámbienlas y hablen sobre las coincidencias y las diferencias. Encuentren puntos en común para crear su visión compartida. «Queremos una relación donde la aventura esté en probar cosas nuevas juntos, no necesariamente en viajes exóticos como pensábamos antes.»
Microrrenovaciones: pequeñas revoluciones cotidianas
Las grandes transformaciones no ocurren de la noche a la mañana. Se construyen con pequeñas renovaciones diarias, consistentes y significativas.
Identifiquen pequeños rituales, hábitos o actividades que puedan renovar para inyectar vida nueva a la relación.
Ejemplo práctico: Elijan un día de la semana para implementar un «experimento de pareja» – algo que nunca han probado juntos. Puede ser tan simple como desayunar en silencio observándose, intercambiar roles domésticos por un día, o probar una actividad completamente nueva para ambos. La clave está en salir de la rutina establecida y crear nuevos recuerdos juntos.
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En conclusión
La encrucijada de la desilusión no es el punto trágico de tu historia de amor, sino el momento más definitorio. No es sobre lo que perdiste, sino sobre lo que estás a punto de descubrir y crear.
Las relaciones verdaderamente extraordinarias no son las que nunca enfrentaron desilusiones, sino las que usaron esos momentos como oportunidades para reinventarse. Son como esas ciudades antiguas que, tras un terremoto, se reconstruyeron más fuertes e interesantes que antes.
Las parejas que eligen el camino de la renovación comparten un secreto: entienden que el amor no es un estado que alcanzas una vez, sino una práctica que reinventas continuamente. Saben que la pregunta no es «¿todavía te amo como antes?», sino «¿cómo podemos amarnos de formas nuevas hoy?»
La próxima vez que sientas que la idealización inicial se desvanece, recuerda: no estás en el final de tu historia, estás en la página donde la historia realmente se pone interesante. Porque, seamos sinceros, los cuentos de hadas terminan justo donde comienza la vida real. Y la vida real, con todas sus complejidades, decepciones y segundas oportunidades, es donde ocurre la magia verdadera.
Así que la pregunta no es si experimentarás desilusión en tu relación, sino qué camino elegirás cuando llegue ese momento: ¿terminar, sobrevivir o renovar? La diferencia entre una historia de amor ordinaria y una extraordinaria podría estar justamente en esa elección.
Especialista: Mario Guerra. Psicoterapeuta, tanatólogo, coach ontológico, hipnoterapeuta certificado internacionalmente, conferencista y nuestro rockstar del amor.
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