Julie nos cuenta lo que significa ser transgénero y cómo logro encontrar su verdadera identidad gracias a su trabajo, esfuerzo y una familia amorosa.
Les compartimos el testimonio de Julie que nos contó todo sobre lo que para ella significa ser transgénero y todo lo que le ha costado ser su verdadera persona.
¿Qué significa ser transgénero? La historia de Julie
Comenzó su transición a los 15 años aunque desde mucho más pequeña se sintió atraída por todo lo que representa la feminidad.
A los 16 años inició con la automedicación de terapia de reemplazo hormonal utilizando inyecciones que su mamá se ponía para no embarazarse. Le dice a su familia lo que estaba pasando y de inmediato la aceptan y le demuestran amor, cariño y comprensión desde su entendimiento de la situación por lo que jamás vivió discriminación ni rechazo por parte de ellos.
En 2004, cumplió 18 años y fue con un médico endocrinólogo para comenzar una terapia vigilada que costeaba con trabajitos eventuales. Fue con mucho temor a la preparatoria vestida de mujer y no fue hasta que un maestro se negó a cambiar su nombre en la lista de asistencia y comenzó a llamarle por el nombre de hombre, fue cuando toda la escuela se enteró y comenzaron las burlas, las amenazas y el acoso; eso provocó que se fuera de la escuela y dejar sus estudios por más de 10 años.
Entre el 2004 y 2008, vivió un vía crucis de trabajos, es decir, buscaba y aceptaba trabajos mal pagados porque no en cualquier lado la aceptaban sin documentos. Siempre con el miedo y la zozobra de que la “descubrieran” y que eso hiciera que la corrieran o sufrir maltratos de cualquier tipo, duraba muy poco en los trabajos y eso hacía que constantemente interrumpiera su tratamiento hormonal.
La primera transición de Julie
En 2010, inició con ayuda de una amiga abogada un juicio para el cambio de nombre y género en su acta de nacimiento. El juicio duró casi 2 años y tuvo un costo de $70,000.¿Cómo pagó ese juicio? Trabajando en las calles, su comunidad le ofreció la más cruel discriminación, la humillaron por no tener ninguna cirugía, por no saber defenderse, por ser para ellas “un niño con pelo largo”.
Esto la llevó a iniciar una serie de cirugías para modificar su cuerpo y entrar en el estándar de la mujer trans que merece respeto y validación por quienes ya lo lograron… También recurrió a los mal llamados “biopolímeros” en aras de convencer a sus iguales de que era capaz de todo por ser una de ellas, las compañeras te “presumen” sus cuerpos y te alientan y además recomiendan personajes que por una módica cantidad te dejan unas piernas y glúteos hermosos y femeninos. Ese fue su más grande error, ya que eso casi le destroza las piernas y glúteos.
Para 2016, ya llevaba 5 cirugías (busto, nariz, lipoescultura, feminización facial y retiro de la prominencia laríngea o mejor conocida como la manzana de Adán), por supuesto hubo unas muy traumatizantes porque las mismas compañeras te llevan con carniceros en lugar de médicos profesionales.
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¿Cómo fue la reasignación de género de Julie?
Es hasta finales del 2017 que junto a su pareja decidieron buscar a un médico que tuviera casos de éxito y reconocido y por supuesto certificado para valorar la cirugía de reasignación de sexo. En 2018 fue a consulta con el doctor Juan José Mendez y le encantó por su empatía, su comprensión, su profesionalismo y la convence con esa valoración de que estaría en las mejores manos y que su vida cambiaría, y si fue así.
El doctor le solicitó un dictamen firmado por un psiquiatra, estudios de laboratorio y se llevó a cabo la cirugía que tanto anheló… La cirugía duró 11 horas, despertó siendo ella. No sentió dolor, no hubo complicaciones con la cirugía, nunca hubo una infección, y afortunadamente nunca apareció ninguno de esos cuentos que la gente dice… no se volvió loca por la cirugía, no se siente cortada ni mutilada y no extraña lo que se fue.
Surgieron temas ajenos a la cirugía producto de los polímeros que se había puesto en las piernas, estos provocaron inflamación en los tejidos que casi se queda sin caminar, pasó por muchas terapias para recuperar la movilidad total y la sensibilidad, pero al final sintió paz porque su cuerpo estaba cambiando gracias a la cirugía.
Tuvo que pasar por terapias de dilatación de la nueva cavidad vaginal que si bien no son las más cómodas sí son necesarias… Tiene mucha sensibilidad y visualmente superó sus expectativas por mucho, no tiene cicatriz y eso le encanta y aunque las dilataciones son de por vida prefiere eso que vivir escondiendo con dolor una parte de ella.
La cirugía le dio felicidad, seguridad, confianza, amor hacía ella misma como nunca había sentido, fue tal el impacto en su vida que le dio la fuerza para retomar sus estudios, para presentarse en una preparatoria abierta y demostrar que era una persona capaz, inteligente, comprometida y una gran estudiante… después llegar a la universidad siendo ella (reforzada), mostrándole al mundo que las mujeres trans no solo están hechas para vivir de noche y ofrecer sus cuerpos a cambio de una moneda, que son más que un estereotipo, que son más que un cliché, que son muy valiosas e importantes para la sociedad.
Se prometió que un día esa sociedad terminaría por reconocer que pueden sumar a la vida de todos, que pueden y saben hacer ciencia, medicina, música, edificios, arte… Se prometió que un día esa sociedad que la juzgó llegaría a su consultorio a darle las gracias por ayudarle a cambiar su vida y lo logró.
Ahora es licenciada en nutrición, tiene 6 diplomados, tiene un centro de nutrición y ha ayudado desde que se tituló a más de 300 mujeres a cambiar su vida desde la ciencia de la nutrición y todo eso sabe que no hubiera sido posible sin la confianza que le dio esa cirugía.
Testimonio: Julie García. Tiene 38 años, es nutrióloga y comenzó su transición (de hombre a mujer) a los 15 años.