De acuerdo con cifras del INEGI, en México hay 38.2 millones de niñas, niños y adolescentes de 0 a 17 años de edad (49% mujeres y 51% hombres); esto representa el 30% de la población total del país:
De acuerdo con el World Economic Forum, los países con mayor bienestar en la infancia considerando la salud mental, la salud física y las habilidades sociales son: Países Bajos, Dinamarca, Noruega, Suiza, Finlandia, España, Bélgica, Francia, Suecia y Croacia.
Según un estudio realizado por la UNICEF, el 86% de los niños / niñas mexicanos de 15 años están satisfechos con su vida, sin embargo, a su vez está en los lugares más bajos de condiciones para el bienestar infantil. Los Países Bajos ocupan el primer lugar con el 90%.
“Más de 1 de cada 10 jóvenes aún no reciben educación ni experiencia laboral”, señala la Unicef. México ocupa la segunda posición con el 13.7%, solo por detrás de Turquía, con el 15.3%. El 9,6% de los padres españoles cree que sus hijos no son felices a pesar de todas las comodidades y facilidades. El porcentaje de infelicidad aumenta con la edad: más del 20% de los preadolescentes españoles es infeliz según el Estudio sobre Felicidad e Infancia de Imaginarium.
De acuerdo con The Economist, las causas que más infelicidad provocan en los niños son:
Aquí les van una claves para fomentar las aspiraciones de sus hijos:
Desde la psicología evolutiva, individualizarnos y convertirnos en nuestra propia persona es el camino a la autorrealización y esa será la ambición natural de todo ser humano. El triunfo será llegar a ser viables y poder sostenernos a nosotros mismos. Nosotros como padres damos las condiciones para que nuestros hijos realicen su potencial dándoles un vínculo seguro que los sacie, y es entonces cuando la energía se dirige a su realización.
Cuando los privamos de la relación segura con nosotros porque la condicionamos a portarse bien, a ser lo que nosotros esperamos de ellos, o usamos la relación en su contra como medida de disciplina, etc., ya que entonces toda su energía estará en asegurar y trabajar en el vínculo con nosotros (evitar perdernos) y no en convertirse en su propia persona.
Cuando no les damos espacio para convertirse en su propia persona porque imponemos lo que nosotros esperamos de ellos sin dar espacio para que emerjan.
Cuando los “consentimos” impidiéndoles tristezas y decepciones, ya que registrar lo que no funciona en la vida y encontrar la tristeza es indispensable para ser transformados, ser resilientes y tener recursos. Cuando los premiamos por sus conductas y entonces dejan de buscar expresarse tal y como son porque tratan de agradarnos y ganarse nuestro reconocimiento. Esto impide que se conviertan en su propia persona.
Cuando los presionamos para que socialicen y se integren antes de que estén preparados, lo que va a suceder es que se pueden “perder” con sus amigos y no saber qué es lo que ellos mismos quieren o son. Cuando los presionamos a lograr nuestras propia expectativas o sueños, en vez de respetar y dar espacio para los de ellos.
Cuando los lastimamos con comentarios o actitudes que los hieren, alejan o avergüenzan. Nosotros somos su base segura, su referencia y si lo que reciben son críticas o rechazo esto afectará el concepto que tengan de sí mismos. Cuando viven en un ambiente hiriente sin tener una relación segura, ya que esto provocará defensas, como el que les deje de importar o inclusive que rechacen o eviten la vulnerabilidad que implica el convertirse en su propia persona.
Cuando no les proporcionamos un lugar seguro para sentir y mover sus emociones. Las emociones son la gasolina que nos lleva a madurar y sin sentirlas no maduramos. Cuando no les damos espacio suficiente para jugar y experimentar sus capacidades, sus intereses, su creatividad en ambientes seguros sin repercusiones. El juego es el espacio ideal para desarrollar las capacidades mentales y emocionales que se requieren para madurar.
No todo es culpa de los padres: Si bien es cierto que muchos padres compensan con regalos las horas o el cariño que no pueden dar con sus hijos, también es cierto que hoy en día todos estamos a merced de la mercadotecnia y los niños no son la excepción.
Hoy en día se dedica más tiempo en compras o en “ver aparadores” que nunca en la historia de la humanidad. Hoy puedes comprar desde tu celular y por si esto fuera poco, no tienes que desembolsar el dinero de inmediato, hay meses sin intereses y las apps ya conocen bien tu tarjeta de crédito de manera que compras sin plena conciencia del costo que llegará semanas atrás. En vez de ir al parque, o a visitar un familiar, el paseo dominical es ir a un centro comercial y esto afecta el estilo de convivencia familiar.
Hoy vivimos el “vacío de la abundancia”, la oferta de productos y servicios es tan amplia, que, aunque el niño escoja los tenis rojos que están de moda, deja en la tienda los azules, los verdes, los amarillos, etc. Simplemente en el pasillo de los cereales del supermercado, las opciones son tantas que al elegir uno dejas 45.
La renuncia es hoy más fuerte que la elección. El psicólogo Barry Schwartz en su libro “Cuando más es menos”, nos hace ver que “La capacidad de elegir no libera, sino que tiraniza”, si a esto le agregamos que los padres están atrapados por este mismo fenómeno y piensan que cuanto más dan a sus hijos ellos serán más felices Y más libres, entendemos porqué hoy tenemos niños con pocas ambiciones.
Se elige sin conocimiento: En la actualidad las personas vivimos la mayoría del tiempo tomando decisiones, más decisiones de las que tomaban nuestros padres y nuestros abuelos porque hay muchas más opciones. Entonces, a los niños les pedimos que elijan si se quieren cambiar de escuela o de que sabor quieren el helado sin que ellos tengan la capacidad de hacerlo, entonces la elección deja un sabor de boca de haber dejado algo mejor dentro de lo que no se eligió y eso repercute en la propia autoestima de chicos y grandes. “SI HUBIERA…”
La consecuencia de esto es: hijos insatisfechos, aburridos, sobre demandantes y padres frustrados que han criado hijos “ingratos”. Ambos sintiéndose vacíos en medio de la abundancia. Obviamente la insatisfacción favorece la nula ambición, la desesperanza aprendida.
Tener para ser: Este problema no se trata solo de comprar o de ahorrar; sino del significado que se le ha dado al hecho de tener para ser y pertenecer. Si un niño se cree valioso o querido por lo que le compran, será difícil cambiarle esta visión más adelante. Los niños de hoy se fijan en las marcas y esas marcas “los marca<” como ricos, o “Wannabe”.
No le pidas a tus hijos que elijan en decisiones de adultos: Como ir o no a la escuela, cambiarse de colegio, tratamientos médicos, etc. Hay ciertas decisiones que ellos, por su edad,
no deben ni pueden tomar.
Limita sus opciones: Aunque parezca contradictorio a fomentar su libertad, el tener pocas opciones los hará más adaptables, los obligará a buscar las ventajas dentro de las desventajas y con ello los entrenarás para un futuro.
Si los músculos se ejercitan, la tolerancia también: No satisfagas sus deseos cuando surgen, haz que espere por lo que desea, que ahorre para conseguir la mitad del precio, da un regalo por el cumpleaños o por navidad y no porque no los has visto en toda la semana. La espera aumenta el deseo y hace que se valore más eso que tanto desearon.
Fomenta la gratitud: Los niños y jóvenes deben agradecer lo que tienen, no solo la simple vida, sino las pequeñas cosas que dan por hecho. No se trata de hacerlos sentir culpables por tener, pero si responsables de ello. El hecho de que conozcan otras realidades, que vivan experiencias de “carencia fabricada”, ayudará a generar esa conciencia.
Resiste la tentación de ayudarlos cuando son capaces: A los padres nos dan ansias de ver que tardan horas en lograr amarrarse las agujetas y nuestra reacción natural es hacerlo por ellos; pero les estamos “robando” el éxito. Para un chiquito es todo un logro cualquier cosa que no podía hacer y que ahora ha logrado; pero debe sentir que ese logro es totalmente suyo para que de verdad su autoestima suba. Evita que la prisa o la presión te impidan respetar el ritmo de tu hijo.
Los padres tenemos más poder que la mercadotecnia. No olvidemos que somos el ejemplo de dónde nuestros hijos comprenderán lo que significa el éxito.
Vidal Schmill. Pedagogo, especialista en Desarrollo Humano. Autor del libro “Disciplina Inteligente”, best-seller con más de 500,000 ejemplares vendidos y “Berrinches, su manejo eficaz”.
TW: @escuela_padres // escuelaparapadres.com
Marcela Escalera. Psicóloga clínica con Master en Educación, Directora desde 2009 del Instituto Neufeld Español. IG: @marcelaescaleraoficial // www.siembravínculoscontushijos.com
Dra. Julia Borbolla. Psicóloga. Creadora de los proyectos Antenas y Escudo de la Dignidad. Ha sido consultora del Gobierno Federal y Gobiernos Estatales y Municipales. Autora de Profesión: mamá una guía para ejercerla, Sin dañar a terceros, El niño ante los conflictos entre papá y mamá, Profesión: mamá de un (a) adolescente la maestría, Hijos Fuertes y El Pingüino Emperador.
TW:@GpJuliaBorbolla // FB: Grupo Julia Borbolla // contacto@escudodeladignidad.org.mx // T. 55 5660 8763 y 55 5651 6988 // WA: 55 8015 2021