
En las décadas de los años setenta y ochenta apareció una idea, y luego se actuó en consecuencia: hay que trabajar dentro de las ciudades y vivir fuera de ellas, pero ¿es una buena idea? ¿quiénes lo han logrado? y ¿cuáles son las mejores ciudades para vivir? Aquí les explicamos.
En muchas ciudades norteamericanas y europeas parecía que el modelo de la ciudad satélite o suburbio era lo mejor del mundo, sin embargo, resultó un fiasco: por un lado, el costo de traslado de la gente, tanto a nivel financiero como a nivel emocional, era muy alto; por otro lado, las ciudades aumentaron significativamente sus niveles de criminalidad dado que zonas enormes eran literalmente abandonadas en las horas no laborales ej: New York, Philadelphia, Los Ángeles, Amsterdam, Barcelona.
Durante el presente siglo ha ido cambiando la percepción y muchas personas han regresado a las ciudades, y con ello una nueva manera de ver el desarrollo de las mismas y la calidad de vida de los habitantes.
Con el crecimiento de las redes de comunicación, la distribución de productos y servicios más eficiente y sobre todo con el cambio de paradigma de lo que se considera un ambiente ecológicamente responsable, los planes cambiaron drásticamente: En vez de desplazar a las personas de acuerdo a su actividad, lleva todas las actividades a un solo espacio. La medida más exitosa de disminución de la criminalidad se dio cuando la gente tomó las calles, habitó las calles.
A este proceso se le llamó “gentrificación”, que mal llevado al cabo, podía causar desastres. En México hay historias con altos y bajos: Santa Fe y el Centro Histórico en CdMx, San Pedro en Monterrey.
Y otro fenómeno surgió en los años recientes: no hay mucho que ciudades pequeñas o medianas no puedan incorporar para beneficio de sus ciudadanos, y que compita con las grandes ciudades o megalópolis.
Infraestructura, servicios médicos, museos, escuelas, alimentos… De repente, las razones para vivir en las grandes ciudades pierden validez porque mucho de la oferta y de las conveniencias aparecen en las ciudades medianas y chicas, sin los grandes costos de las metrópolis (traslados, tráfico, caos, servicios deficientes, colapsos).
Así, surge una realidad que se confirma año con año e investigación tras investigación: la calidad de vida y por tanto el bienestar y la felicidad crecen en las ciudades medianas y chicas, y decrece en las grandes metrópolis:
En el mundo (de acuerdo a International living):
Dr. Enrique Tamés
Decano regional de la Escuela de Humanidades y Educación del Tecnológico de Monterrey.
TW: @enriquetames