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2024-12-11 11:30:04

En tus relaciones: ¿Eres de “mecha corta”?

Les decimos qué es lo que pasa con las personas emocionalmente reactivas y si hay algo que hacer al respecto.

enero 25, 2022

Mario Guerra
Tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta
TW: @marioguerra

La vida nos pone cambios, retos y situaciones que no resultan agradables y no podemos controlar del todo. A veces esto viene en la personificación de otra persona que no hace las cosas como decimos que debería y eso provoca un disgusto que, sin regulación emocional, puede derivar en una reacción en cadena y destructiva explosión. ¿Qué es lo que pasa con las personas emocionalmente reactivas y hay algo que podamos hacer al respecto?

¿Qué es ser alguien de mecha corta?
Son personas que, cuando algo no les parece bien, les molesta o les lastima, reaccionan de formas que parecen exageradas o desproporcionadas para lo que ha pasado.
Las reacciones más comunes tienen que ver con la explosividad, la impaciencia o la intolerancia.
Pueden tomarse muchas cosas de forma personal o hasta justificar su reactividad supuestamente defendiendo a otros o causas sociales totalmente válidas, pero de formas hostiles o agresivas.
A manera de ejemplo, cuando uno convive con una persona de mecha corta, se puede topar con alguno de estos escenarios:
Tienes un olvido o un equívoco y tu pareja pretende regañarte, sermonearte, aleccionarte o, en el peor de los casos, humillarte con gritos y críticas.
Tienes una opinión, gusto o disgusto diferente a la de la otra persona y te dice que estás mal, que no sabes nada o que cómo te atreves.
No encuentras la manera más clara de explicarte o de hacer algo y el otro te ataca con sarcasmo hiriente diciendo cosas como “Ahí cuando conectes el cerebro me cuentas” o la clásica condescendencia agresiva, como cuando no te sale bien algo y te dice: “Mira, esta visto que no puedes… déjalo, yo luego lo hago”

¿Por qué una persona podría reaccionar de forma exagerada?
Cualquiera podría pensar que una persona así tiene la intención de causar un daño deliberado al otro o que no le importan los sentimientos de los demás y, aunque en algunas ocasiones esto podría tener sustento, en la mayoría de las ocasiones no es necesariamente así.
De hecho, para muchos, cuando cesa su incomodidad, a menudo se arrepienten y son sinceros en sus deseos de mejorar las cosas.
Se trata más bien de una reacción defensiva, limitada o de incompetencia que puede ser que parta desde:
Su vulnerabilidad
Se trata de personas emocionalmente frágiles, que no desarrollaron la habilidad de poner límites, de poder autorregularse emocionalmente y cuya autoestima puede no ser muy buena.
A veces están a merced de sus respuestas al miedo al rechazo o al abandono.
Sus interpretaciones
Como cuando tomas en cuenta como si fueran ciertas las historietas que tu cabeza te cuenta cuando te dice cosas como:
“Ya ves, ya te quiere ver la cara de nuevo”
“Mira que cínico, no le importa lo que le dices”
“Es que esto es una injusticia”
“Sólo te quiere usar”
“Ay sí, ahora te quiere ablandar con sus lágrimas de cocodrilo”
“Nada de que se le olvidó, lo hace deliberadamente para arruinarte la vida”
En este caso no se trata de cambiar lo que pasa, sino romper la asociación que existe en tu mente entre lo que pasa y la explicación que tomas.
Hay muchas formas de explicar las razones de un mismo hecho cuando no se conoce la verdad, pero el riesgo es tomar kla primera explicación que te viene a la cabeza como si fuera una descripción de la realidad.
Su inhabilidad para adaptarse
A otras miradas, otras perspectivas y otras formas de ser y ver el mundo que no coinciden con la propia.
Baja inteligencia y autorregulación emocionales.
Esto nos habla de un sentir y actuar desbordados, donde no hay tiempo para pensar en el otro porque el mundo interior es un caos de emociones sin control.
Aún así recuerda que si alguien te lastima sistemáticamente, a pesar de haber sido claro en decirle que lo que hace te lastima, la prioridad es ponerte a salvo física y emocionalmente.
A veces ser de mecha corta es producto de un sentimiento de superioridad hacia el otro y quizá aquí debamos recordar la definición que se atribuye al libertador latinoamericano José de San Martín con relación a la soberbia: “Es la discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales, que se encuentran de golpe con una pequeña dosis de poder”.

¿Y cuál es el problema con todo esto?
Obviamente dañas tus relaciones y lastimas a otras personas.
Refuerzas un profundo sentido de victimismo o de sentir que tienes el genuino derecho a no ser molestado con los hechos de la vida que no te gustan.
No cambias o mejoras, porque siempre piensas que son los otros los que te hacen enojar con su lentitud, estupidez o mediocridad.
Si hay algo de conciencia, vives en culpa y un estado de angustia interna que no sólo mantiene, sino que agrava tu reactividad.

Para los que digan: “Pues yo soy así, pero no pienso que exagere cuando me transmuto en pantera”.
La realidad no es que así eres, es que así aprendiste a reaccionar y no has visto la necesidad de aprender otra cosa o de buscar regular tu expresión emocional.
Digamos que eres como un “Reactor emocional” y, al igual que un reactor nuclear, cuando explota o tiene fuga, los efectos dañinos son inmediatos y de largo plazo y se extienden más allá de donde la vista alcanza.
Ya se que quizá alguien puede decir: “Pues le hablo así a mi pareja porque de otra manera no entiende”, y entonces, con eso, justifica su actuar y no hace conciencia del daño que causa a su relación, ya no digamos que hace conciencia de la necesidad de cambio o reparación.
Y a lo mejor no es que así “te entienda”, sino que, para no soportar tu mal carácter, acaba por seguirte la corriente o decirte que sí, pero al final no estar de acuerdo y no hacer lo que dijo que haría.
El riesgo con este tipo de explosividad o falta de regulación emocional, es que, si se ha vivido con ella por mucho tiempo, porque trae una fuerte carga de influencia familiar o social, quien es intolerante o explosivo ve su conducta como algo muy normal.

¿Entonces qué reacción deberíamos esperar de una persona que tenga una mejor inteligencia emocional y baja vulnerabilidad ante lo que no le gusta?
No se trata necesariamente de tener lo que podríamos llamar una actitud “Zen” y de que no importe lo que sucede, sin importar lo que sea; se trata más bien de que, importando lo que importe, no importe más de la cuenta y que el intento de solución o expresión de inconformidad no venga acompañado de agresión.
Con frases como “Esto no es lo que te pedí”, “Esto no es lo que acordamos”, “Yo no pienso igual”, “Yo veo las cosas de otra manera” o incluso un “Dame un momento porque ahora mismo no estoy encontrando la mejor manera de manejar esto”, pueden ser otras maneras de expresar lo que se quiere.
No se trata de que nunca nadie se salga de sus casillas, sino de que, cuando suceda, si sucede, sea algo más bien esporádico y que venga acompañado de alguna forma de reparación y corrección para el futuro.

¿Qué debo hacer si de pronto tengo estos arrebatos, pero no me gusta?
Una precondición sería ser amable contigo en lugar de decirte que eres lo peor de lo peor. Si ya reconoces que lo haces y no te gusta, aunque por ahora no sabes cómo evitarlo, es posible que vayas por buen camino.
La culpa no suele ser una buena compañía en estos procesos, salvo para moverte a reparar y repararte.
Y luego, lo primero sería reconocer lo que se ha hecho ante el otro, luego, buscar reparar, inicialmente pidiendo perdón y, finalmente, emprender un proceso de toma de conciencia y desarrollo de habilidades y estrategias que nos permitan tener distintas reacciones en el futuro.
Una habilidad es aprender a anticipar tus reacciones, conociéndolas y conociéndote, e ir tratando de buscar nuevas maneras de expresar lo que necesites. No es inmediato este proceso, pero es uno posible.
Comprender por qué se siente lo que se siente es muy buen primer paso.

¿Y si es mi pareja quien los tiene, pero ni reconoce ni hace nada?
Si es una persona que tenga un perfil de personalidad más bien narcisista, lamentablemente es probable que se cierre a toda evidencia de que algo está haciendo de forma inadecuada; eso mancharía su perfección.
En este caso convendría actuar de dos maneras simultáneas:
Hacerle saber que su actitud te lastima.
El objetivo no es que cambie si no quiere, sino de que tu tengas voz para expresar tu inconformidad; esto es, que no te acostumbres a callar.
Buscar fortalecer tu capacidad de poner límites y replantearte tanto la forma de interactuar con esa persona, como tu permanencia activa dentro de esa relación, especialmente si estos arrebatos parecen ser constantes o ir escalando.
Si tu pareja está dispuesta a reconocer y busca modificar esta reactividad, siempre puedes agradecer su disposición y preguntarle de qué manera podrías apoyarle en el proceso.
La idea es que, pasado el tiempo, los papeles no se inviertan o guardes cuentas pendientes que te quieras cobrar después.

enero 25, 2022