¿Eres tóxica o tu pareja te hace gaslight para que lo creas? Con este test vas a descubrir qué onda con eso.
¿Realmente eres tóxica o solo te lo hacen sentir?
Dentro de una relación, hay personas que constantemente se preguntan: «¿Soy yo quien está mal? ¿Estoy siendo intensa? ¿Estoy siendo tóxica?»
Y es que cuando pides que te contesten el teléfono, que no cancelen planes a última hora o que haya claridad sobre el rumbo de la relación, deberías recibir comprensión. Pero a veces lo que recibes es un: «Eres demasiado intenso».
Aquí está el dilema: a veces realmente están minimizando tus necesidades para no tener que cumplirlas. Pero otras veces, también podemos estar pidiendo desde el miedo, la ansiedad o incluso desde patrones tóxicos.
Hoy vamos a distinguir entre ser claro, ser manipulado, y sí… También cuándo alguien puede estar cruzando líneas poco saludables. Porque una cosa es amar con límites, otra es ser invalidada, y otra muy distinta es pedir desde la desesperación.
¿Te identificas con esto?
- Te dicen que exageras porque quieres hablar de lo que sientes.
- Cada vez que pides claridad, te acusan de ser «tóxico», “intenso” o «problemático».
- Has llegado a preguntarte si expresar tus necesidades es manipulación.
- Sientes que cuando tú dices algo, eres «el drama»; pero cuando tu pareja lo hace, es «comunicación asertiva».
- O quizá del otro lado: cada desacuerdo te dispara la ansiedad. Revisas, confirmas, amenazas con irte… y luego te sientes culpable por reaccionar así.
Y así muchas personas viven atrapadas entre la culpa por ser «demasiado» y la frustración por no ser escuchadas. Como si tener emociones fuera un defecto que hay que esconder todo el tiempo.
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Test: ¿Realmente eres tóxico o solo te lo hacen sentir?
Responde con SÍ o NO. Si te pasa algunas veces, marca SÍ:
- ¿Me he preguntado varias veces si realmente soy una persona tóxica?
- ¿Suelo recibir más etiquetas («tóxico», «controlador») que respuestas directas?
- ¿Me han dicho que soy tóxico o problemático cuando expreso mis necesidades?
- ¿Siento que tengo que medir mis palabras para no ser etiquetado como «el problema»?
- ¿Aunque algo me duele, me cuesta decirlo por miedo a parecer «manipulador»?
- ¿He amenazado con irme o he usado el chantaje emocional cuando no obtengo lo que quiero?
- ¿Reviso constantemente el teléfono, redes sociales o comportamientos de mi pareja?
- ¿He dudado de mi percepción por lo que mi pareja me dice sobre mis comportamientos?
- ¿Siento que siempre soy yo quien tiene que «trabajar en sí mismo» o cambiar?
- ¿Uso el silencio, las amenazas o la culpa para conseguir atención o respuestas?
Resultados:
3 o menos SÍ: Probablemente te estás expresando de forma saludable. Puedes seguir puliendo tu comunicación, pero tienes buena consciencia emocional.
Entre 4 y 6 SÍ: Hay una mezcla compleja. Algunas respuestas sugieren que podrías estar siendo etiquetado injustamente, pero otras indican patrones que conviene revisar. Es momento de distinguir cuáles son cuáles.
7 o más SÍ: Aquí hay varias dinámicas en juego. Si respondiste SÍ a las preguntas 6, 7 y 10, es momento de trabajar en tus propios patrones. Si respondiste SÍ a las preguntas 2, 3, 4, 8 y 9, probablemente estés siendo manipulado. Si es una mezcla de ambas, necesitas abordar ambos frentes.
Vamos a definir términos…
Antes de continuar, vamos a poner en palabras algo que todos reconocemos pero que rara vez definimos. No estamos hablando de términos clínicos ni de diagnósticos formales, sino de fenómenos que coloquialmente todos podemos ubicar. Y no se trata de poner etiquetas a las personas, sino de entender y explicar dinámicas para poder navegar mejor nuestras relaciones.
Ser «intenso» coloquialmente significa:
- Expresar emociones con profundidad y autenticidad, sin filtros excesivos
- Tener necesidades emocionales claras y comunicarlas directamente
- No minimizar lo que sientes ni pretender que «no pasa nada»
- Querer hablar de las cosas importantes en lugar de evitarlas
Ser «tóxico» coloquialmente significa:
- Comportamientos que sistemáticamente dañan, controlan o manipulan a la otra persona
- Usar las emociones como herramienta de chantaje o control
- Patrones que lastiman consistentemente, sin importar las consecuencias para la pareja
- Cruzar límites repetidamente después de que se los han comunicado
La diferencia es clara: uno describe la forma de sentir, el otro describe comportamientos que dañan. Pero en las relaciones, estas líneas a veces se confunden… o se usan para confundir.
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La ciencia detrás de esto: ¿qué está pasando aquí?
- Cuando expresar necesidades se vuelve «ser tóxico» para quien no quiere dar
Algunas personas etiquetan cualquier petición emocional como «toxicidad» porque no están disponibles emocionalmente. En vez de decir «no puedo» o «no quiero», proyectan culpa en el otro con frases como: «Estás siendo tóxico», «Eres muy demandante» o «Me estás manipulando». - El uso estratégico de la etiqueta «tóxico»
«Tóxico», «manipulador», «controlador»… etiquetas que pueden ser reales, pero que a veces se usan como herramienta de control. Es una forma moderna de decir: «No me hagas sentir culpable por no darte lo que necesitas, mejor siéntete culpable tú por pedirlo». - Cuando alguien sí está siendo tóxico
También existen momentos reales donde los patrones de una persona pueden ser dañinos: revisar constantemente el teléfono de la pareja, amenazar con irse cada vez que hay conflicto, usar el chantaje emocional, o castigar con silencios. Es importante reconocer cuándo las heridas propias llevan a comportamientos que lastiman. - Cuando se pide desde el miedo vs desde el amor
El termómetro no es tanto lo que alguien pide, sino desde dónde lo está pidiendo. Pedir desde el amor busca conectar y crecer juntos. Pedir desde el miedo busca controlar y calmar la ansiedad. La diferencia se siente en el cuerpo y en las palabras que se usan. - La invalidación emocional como estrategia de control
Es un tipo de manipulación donde se hace sentir a la otra persona que está loca, siendo problemática o «tóxica»… cuando en realidad solo está expresando una necesidad legítima. Es común en dinámicas con desequilibrio de poder emocional. - Cuando alguien se autoetiqueta como «tóxico» con orgullo
También existe un fenómeno curioso: personas que se llaman a sí mismas «tóxicas» con cierto orgullo. ¿Por qué lo hacen? Varias razones psicológicas:
- Mecanismo de defensa preventivo: «Si yo me digo tóxico primero, nadie más puede lastrimarme con esa etiqueta»
- Evitación del trabajo personal: Es más fácil decir «soy así» que cambiar patrones dañinos
- Tendencia cultural: Seguir un trend en redes sociales donde ser «tóxico» se romantiza como ser «intenso» o «auténtico»
- Control de la narrativa: Prefieren definirse ellos antes que otros los definan
Pero autoetiquetarse no resuelve el problema de fondo: solo evita la responsabilidad de crecer.
El costo real de vivir en esta confusión
Si te identificaste con el test, comprende que la duda constante de ser «el problema» tiene un costo real. No distinguir entre tus patrones tóxicos y la manipulación ajena erosiona tu autoestima, te hace dudar de ti mismo y te lleva a relaciones que validan esa confusión.
Si crees ser problemático, atraerás a quienes te traten así. Si no confías en tu percepción, serás blanco fácil de invalidación. Y si no trabajas tus patrones, seguirás lastimando a quienes amas. El resultado: agotamiento, ansiedad y un ciclo sin fin.
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La pregunta que lo cambia todo
Antes de decidir qué hacer, hay una pregunta crucial que puede cambiar tu perspectiva completamente:
¿Soy «tóxico» solo con esta persona, o también con otras?
Piénsalo honestamente. ¿Tus amigos, familia, compañeros de trabajo te han dicho alguna vez que eres manipulador, controlador o problemático? ¿O solo lo dice tu pareja?
Si descubres que ÚNICAMENTE en esta relación aparecen esos comportamientos o esas etiquetas, tienes información muy valiosa:
Cuando eres funcional con todos menos con una persona, usualmente significa que esa relación específica tiene problemas. Puede ser porque:
- Esa persona presiona exactamente tus botones de dolor e inseguridad
- Existe una dinámica tóxica mutua donde ambos se alimentan el patrón
- Te están tratando de una forma que dispara tus mecanismos de defensa más primitivos
- La otra persona te está manipulando descaradamente con la confusión y la culpa.
Cuando tienes patrones similares en varias relaciones, entonces sí es momento de mirar hacia adentro y trabajar en esos aspectos.
Esta distinción es clave porque determina si necesitas trabajar principalmente en ti, evaluar esa relación específica, o ambas cosas. No es lo mismo tener heridas que se activan en una dinámica particular, que tener patrones tóxicos generalizados.
Esto es lo que podemos hacer
- Distingue entre emoción, comportamiento y etiqueta
Una persona no es tóxica, tiene comportamientos tóxicos. Alguien no es problemático, está confundido o herido. Pero también: no se justifican comportamientos dañinos con emociones válidas. Se puede sentir dolor y elegir no castigar con silencios. Separar emoción, comportamiento y etiqueta da poder de elección. - Haz el doble chequeo: fuente y impacto
Pregúntate dos cosas: «¿Esto lo digo desde el deseo de conectar o desde el miedo a perder?» Y también: «¿Mi forma de pedirlo invita al diálogo o lastima a la otra persona?» La diferencia entre necesidad legítima y comportamiento tóxico está en estas dos preguntas. - Reconoce patrones dañinos sin justificarlos ni dramatizarlos
Si alguien amenaza con irse cada vez que hay conflicto, si revisa constantemente el teléfono de su pareja, o si usa la culpa como herramienta, esos son comportamientos que lastiman. Que vengan de heridas reales no los hace aceptables. Reconócelos, busca ayuda, pero no los minimices. Tampoco te conviertas en «el villano» de tu propia historia. - Pon límites tanto a la invalidación como a tus propias reacciones desproporcionadas
Cuando alguien constantemente te etiqueta como «tóxico» por expresar necesidades, pon límites. Pero también cuando tú constantemente reaccionas de forma que lastima. Di: «No voy a permitir que me etiquetes por tener emociones» Y también: «No voy a usar mis emociones para lastimarte».
Para redondear esta idea
No estás loco por querer ser escuchado, ni tóxico por pedir coherencia. A veces nuestras heridas nos llevan a dañar a otros, y está bien reconocerlo. Distinguir entre una etiqueta injusta, ansiedad o toxicidad real es clave para sanar.
Tener emociones intensas no te hace tóxico, pero dañar no se justifica. Cuando te llamen «tóxico», pregúntate si es una excusa del otro o una señal real de que tus acciones hieren. Confía en tu crecimiento y sé honesto contigo: la diferencia entre amar y dañar está en tus manos.
Especialista: Mario Guerra. Tanatólogo, conferencista y Business Coach.
TW: @marioguerra / Web: marioguerra.mx / FB: Mario Guerra